Semana Aniversaria

EL ADIOS. Por María Concepción Mendoza Torres

María Concepción Mendoza Torres

EL ADIOS

Habían transcurrido varias semanas desde el accidente que había sufrido Ramón, y su mejoría había sido muy lenta, sus padres no se despegaban de su lado, quien llevaba las riendas ahora de esa casa era, doña Ana, abuela de Ramón quien siempre estaba con un rosario en la mano, estuviese haciendo lo que estuviese haciendo, pidiéndole a Dios y a la Virgen, que le devolvieran la salud a su “monchito”. Ese día como todos los días, se levantó temprano, hizo el desayuno y se fue rumbo al hospital a llevarles algo de comer a su hijo Jesús, padre de Ramón y a Nancy la madre de Ramón. Llego , y al entrar en la habitación los encontró sonriendo, alegres, el medico acababa de salir de la habitación y les informaba que Ramón había superado lo peor, ya estaba estable, seria llevado a la habitación, pasaría allí una semana más y seria dado de alta, para que continuara su recuperación en casa. Eso alegro a toda la familia, sus dos hermanos, sus primos ya estaban planificando una celebración” por todo lo alto”, como decían ellos, para cuando monchito llegara a la casa su abuela doña Ana solo sonreía, aunque con algo de tristeza, ella sabía que no todo sería igual, Ramón había sufrido una lesión en la columna y eso no le permitiría hacer todo lo que él quisiera, al menos por un buen tiempo.
Llego el día de la salida del hospital, doña Ana y Nancy, la mama de monchito no se daban abasto en esa pequeña casa para acomodar todo para la comodidad de Ramón y para ese gran recibimiento que le harían, Jesús y sus otros dos hijos, Pedro y Claudio se habían ido bien temprano al hospital para esperar y ayudar a Ramón en su salida del hospital. Ya es tarde, decía Nancy, por ahí debe venir mi muchacho, escucho sonar el timbre y salió rápido a abrir la puerta
Hola señora Nancy ¿cómo está? era Sonia, la novia de Ramón, venía a ayudar en los preparativos y arreglo de la casa del novio
_ Pasa muchacha, te estaba esperando, le dijo Nancy abrazándola y besándola, creí que te irías al hospital.

_ No señora Nancy , como cree, no las puedo dejar solas a ustedes con todo el trabajo, ellas sonrieron , y continuaron en sus labores, Nancy les preparó un rico almuerzo, y ya justo cuando estaban terminando llegaron los demás miembros de la familia, primos tios, tias, primas, amigos en fin, se armó una algarabía por la llegada de monchito.
Escucharon el ruido del auto estacionarse y sonar el timbre al mismo tiempo, todos callaron, al abrir la puerta todos gritaron de la emoción, lloraron, rieron, cantaron, había vuelto monchito.
Ramón era un muchacho de unos veinticinco años, alto, de contextura flaca, blanco, pelo negro y ojos café, muy parecido a su padre en lo alegre y amigable, pero con una mirada triste como la de su madre, hacía tres años se había graduado en informática, y trabaja para una empresa de servicios de internet, ahí ya tenía año y medio y todos se la llevaban bien con él a pesar de ser cerrado en sus cosas, a la hora de una fiesta él era muy colaborador y rumbero.
Después que almorzaron pasaron al patio de la casa y allí continuó la celebración, monchito por un lado estaba muy contento de estar en su casa nuevamente, pero a la vez estaba triste, así no quería haber llegado a su casa… en silla de ruedas, el veia que a nadie le importaba eso, pero él se sentía ahora una carga, y entonces…, ¿Cómo ayudaría a sus padres?
Los días pasaban y el encierro en el que se sometió monchito le fue cambiando el carácter, ya no era el muchacho alegre, bromista con sus hermanos, primos y amigos, le sacaba el cuerpo a su novia le discutía por cualquier tontería, lo que quería era que ella se cansara de él y lo dejara, ella no lo haría, lo amaba demasiado, se conocieron en el liceo fueron compañeros de estudio, entraron a la universidad y aunque hicieron diferentes carreras siempre buscaban el momento para compartir, ya llevaba cuatro años de novios y tenían planes de casarse, pero, ese accidente había trastocado todo.
Doña Ana no paraba de rezar, y de sufrir en silencio, les daba fuerza a su hijo y a su nuera, les decía que no lo abandonasen en ese estado, que le buscaran un psicólogo, un sacerdote, un terapeuta, alguien que los ayudara a salir de esa depresión a todos y enrumbar de nuevo el camino. Un buen día apareció Samuel, ahijado de doña Ana y buen Fisioterapista, ella se alegró al verle, el al enterarse del accidente de su “panita monchito” quiso ver en que podía ayudar. Entro a la habitación donde dormía monchito y le saludo: Epa panita, ¿cómo has estado? ¿Qué es este encierro que tienes? monchito lo saludo levantando la mano y diciendo un simple: hola Samuel.
Samuel entendió que la situación era delicada y que debía ayudar al nieto de su madrina, a quien el venia como su hermanito menor. Hablaron poco y se despidió, diciéndole, esto pasara pronto, te lo prometo.
Hablo largo rato con Jesús y Nancy y les dio el número de un buen psicoterapeuta, para que los ayudara con la parte emocional de todos en la familia y él se encargaría de la parte física de monchito.
Pasaron unos seis meses largos y duros para todos, pero todo estaba evolucionando bien , monchito había salido su encierro, se sentía con mejor ánimo, seguía con su novia , y estaba pensando en volver a trabajar, las terapias estaban funcionando muy bien, y en cuanto a su organismo también estaba respondiendo, ya podía dar algunos pasos, mantenerse de pie por un corto tiempo, usaba una andadera, además de la silla, y en dos meses tendría consulta con su médico, él le diría si podría operar o no.
Entraron al consultorio su padre y el, él iba con la andadera, el Dr. Mejías al verle se alegró de lo avanzado que estaba su recuperación. Caramba Ramón me alegra verte así, has mejorado notablemente, creo que si sigues así, no habrá ni que operarte, y dándole un fuerte abrazo le sonrió, y le dijo Gracias doctor, es que me encontré unos cuantos ángeles en el camino y me han ayudado mucho, incluyéndole a usted.
Vamos pues a examinarte a ver que vemos.-
El tiempo parecía eterno para doña Ana, Nancy y Sonia eran un manojo de nervios. Dios mío cuando irán a salir de ese consultorio? pensaba doña Ana, pegada como siempre a su rosario
Nancy y Sonia caminaban de un lado a otro
Al fin la puerta se abrió y el doctor salió con Jesús y monchito, todos sonrientes todo iba bien, debería esperar un tiempo más para su total recuperación, pero todo iba muy bien.
Se acercaba el cumpleaños de monchito y Sonia quería darle una sorpresa, ella estaba realizando unos trabajos de ingeniera en otra ciudad, donde estaría como unos tres meses, es decir más o menos para su fecha de cumpleaños ella llegaría sin avisar, le enviaría un regalo anticipado como que para que el no sospechase nada y luego aparecer ella con su grupo de mariachi favorito.
Ramón empezó a realizar trabajos desde su casa , y a veces salía acompañado de su padre o de alguno de sus hermanos a trabajar en alguna casa u oficina que necesitara de su servicio técnico. Esa noche Ramón se sintió mal, tuvo un poco de fiebre y asumió que le daría gripe, y empezó a tratarse su gripe, pasaron tres días y el mejoro, llego el día de su cumpleaños sus primos quedaron de llevarlo a celebrar, él no quería ir pues no estaba Sonia.
Sonó el timbre de su casa y al abrir la puerta se sorprendió con lo que estaba viendo, un ramo de rosas azules que Sonia le había enviado con una nota que decía No me he olvidado de ti, Feliz Cumpleaños¡ Te Amo – Sonia. Él se sonrió y enseguida le llamó, ella feliz contesto la llamada y le preguntó si le había gustado el regalo, él le respondió, claro , fue una hermosa sorpresa., ¿Cuándo vuelves de tu viaje? le preguntó él, ella le respondió, pronto, muy pronto mi amor, bueno, esperaré ese día para que celebremos entonces nuestro aniversario de novios y mi fecha de cumpleaños- respondió él.
Esa noche todos en casa de Ramón sabían que Sonia le traería una sorpresa a Ramón, menos él. El creía que solo iba ser una cena y la partida de torta como siempre, cenaron todos muy amenos, hasta Samuel estaba, se iba a ir por unos meses por compromiso de trabajo pero regresaría para continuar con nuevas terapias para su pana monchito, bueno monchito , le dijo, tu seguirás con tu rutina de ejercicios que cuando yo regrese, empezaremos una nuevo nivel de ejercicios, así q que no te descuides. Tranquilo hare todo lo que tú me digas , necesito estar bien, para poder trabajar mejor y casarme con Sonia. En ese instante escucharon una música como de mariachis y todos van hacia la puerta al salir al porche Ramón queda totalmente sorprendido al ver a sus amigos y familiares con Sonia y el grupo de mariachi que al él le gustaba, nunca se hubiese imaginado una sorpresa así, celebraron, cantaron , se divirtieron hasta pasada las dos de la mañana, que se fueron alejando uno a uno porque tenían que trabajar ese día y necesitaban descansar un poco. Sonia también se despidió y ellos cada uno se fueron a dormir.
Ramón no durmió nada un malestar en todo el cuerpo no lo dejaba dormir, creyó que la cena le había caído mal, se levantó y fue al baño ahí se fue en vómito y se desmayó, su padre que escucho ruidos salió de su cuarto y al ver a Ramón en el suelo llamo a sus hijos , para que lo ayudasen mientras el sacaba el auto y llevarlo al hospital, manejo lo más rápido que pudo, llego y Ramón aún estaba inconsciente, lo auxiliaron en la puerta de la emergencia, le realizaron exámenes y descubrieron la razón de su decaída, la bala que obstruía una de sus vertebras se había movido, y al parecer le generó un problema renal.
Ese accidente al que todos tildaron así, fue un asalto que el había sufrido, lo atracaron llegando de su trabajo, le dispararon y una bala había quedado alojada en su organismo, nunca se supo el sitio exacto donde había quedado, solo al final se supo que había dañado el riñón y el como siempre había sufrido de infecciones urinarias por arenilla en los riñones no le dio importancia a las molestias que esta bala le hacía a su cuerpo, murió dos días después de su cumpleaños, soñando con una nueva oportunidad para él y para Sonia, y Sonia no ha dejado de llorar por esa sorpresa que se convirtió en EL ADIOS a su amor.

María Concepción Mendoza Torres

Cuando la hora del olvido llegue


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