Costumbres y Decires

COSTUMBRES Y DECIRES… Rescatando la venezolaneidad. En el capítulo de hoy: ¡Al rescate de dos decires, dos palabras y un fusilao a pelotazos!. Por Miguel Zurita Sánchez

Los decires

Pecozón y hacha vieja


¡Mi alma¡ ¡Salís más que un hacha vieja!


El hacha, al igual que las asadas o martillos, cuando los cabos son de madera, en estos tiempos son metálicos o sintéticos, para lograr que se fijaran en el cabo, por la parte contraria a este, específicamente, en la parte del cabo, que entra al ojal de la herramienta, se suelen introducir cuñas, las cuales se encargan de abrir o expandir, literalmente al cabo y de esta manera, la herramienta, se aprieta y no sale fácilmente.
Sin embargo, con el uso, en este caso del hacha, las cuñas van dejando de hacer su trabajo, permitiendo que el hacha se afloje, a una holgura tal, que termina por salirse del cabo, cada vez que se golpea con ella, de allí la expresión ¡esa hacha se sale , porque está vieja!.
La sabiduría popular adaptó ese comportamiento a las personas, que estando en un puesto, sitio, etc, sale o lo abandona a cada rato, con cualquier excusa. Entonces surgió la expresión ¡Mi alma! ¡Salís más que un hacha vieja!

¡Te voy a dar un pescozón, que te vas a acordar del día en que te parí!


Expresión muy usada, en tiempos de mi infancia y pa´tras, normalmente acompañada con su carga de rabia, esta era una especie de amenaza, que en muchos casos se dejaba sin cumplir.
Era algo así, como una medicina para la memoria, imagínense recordar el día en que nacimos, con recibir un carajazo, es como mucho…¿No? . Sin embargo, ahora que caigo en cuenta ¿por eso será que en los interrogatorios, dan pescozones?
Lo curioso del asunto es, que la palabra “pescozón”, como muchas de nuestro idioma, tiene varias acepciones, pues significa:

  1. m. Golpe que se da con la mano en el pescuezo o en la cabeza.
  2. m. C. Rica y Cuba. Golpe dado en cualquier parte del cuerpo.
  3. m. Nic. Comida preparada con diversas verduras, como pipián, chayote y papas.
    Sin embargo la palabra en su etimología este vocablo se compone del sustantivo «pescuezo» y del sufijo «ón» que indica acción brusco o repentino, golpe, movimiento brusco y que puede denotar en algo inesperado o violento.

El juego

Juego «El Fusilao»


Fusilao


Era un juego que requería grandes espacios, así como de un grupo de cinco participantes o más.
Se jugaba por sets
Se procedía a dibujar una tabla, en el piso o en una acera, la susodicha estaba conformada de tantas columnas como jugadores había y cuatro filas. Esta tabla se llamaba «güarimba».
En la parte superior de la tabla se dibujaba una semicircunferencia, en la cual se colocaba una pelota o un balón.
Cada columna tenía la inicial del nombre de cada jugador o un número con el cual se identificaba. Las casillas restantes servían para colocar una X al participante que había perdido, en cada set del juego.
Condiciones
Se debe acordaba un lugar distanciado de la tabla que serviría para activarse, normalmente era un poste o una zona de una pared. A quien no había tocado el poste o la zona, para activarse, no se le podía cazar (el cazador pegarle con la pelota).
Para poder librarse de tener la pelota,”el cazador” debía cazar a cualquier participante, una vez activado.
Para salvarse de una X, los participantes debían llegar a la tabla, sin ser tocados, por la pelota tirada por “el cazador”.
Al momento del fusilamiento, el “reo”(participante a ser fusilao), debía colocarse de espaldas, al resto de los participantes, viendo hacia la pared de fusilamiento y con las manos atrás.
El “reo”, debía permanecer inmóvil durante el fusilamiento.
Se establecía una marca desde la cual se ejecutaban los “disparos”.
Se permitía pegarle, los pelotazos, en cualquier parte del cuerpo, menos en la cabeza, nosotros en Cumarebo, le dábamos por todos lados.
Cada participante, tenía la oportunidad de fusilar, con tres pelotazos, si fallaba uno, al hacerlo, este debía cambiarse, por el “reo”, y pagar, con su cuerpo, por haber errado. Así hasta cuando todos los participantes habían realizado sus tres “disparos”.
El juego
El juego iniciaba cuando el primero de la columna lanzaba un “tejo” (una piedra, una tapa o un trozo de madera), a la güarimba, desde una distancia prudencial. Si el “tejo” caía en la casilla de cualquier columna, que perteneciera a uno de los anotados, éste se adquiría el rango de cazador, por lo que debía tomar la pelota y correr donde estaba el grupo activado, para pegarle con la pelota, a alguno de ellos.
El resto debía correr al lugar escogido para activarse, tocarlo y devolverse a tocar la tabla o “güarimba”, para librarse.
Cuando alguien era “cazado”(tocado con la pelota), éste debía tomar la pelota y tratar de pegarle a otro que, estando activado, no hubiese llegado a la tabla.
El último que se quedaba con la pelota, en ese set, se le marcaba una «X», en su casilla correspondiente en la tabla o “güarimba”. Se iniciaba otro set, con el lanzamiento del “tejo”, por parte del participante, anotado como segundo en la tabla y así continuaba hasta llegar al último participante o hasta que uno de los participantes completara el número de tres X.

Tabla o Güarimba del Fusilao


Cuando un jugador llegaba al máximo de «X», pasaba al área de fusilamiento. Allí cada uno del resto de los participantes, debería hacerle tres veces “disparos”, con la pelota, y pegárselos, para no tener que pagar por su error.
Una variante, que teníamos en Cumarebo, para hacer más pelúa la vaina, era que, al iniciar cada set, el participante, a quién le cayera en su casilla el “tejo”, este debía tomar la pelota e ir con el grupo a tocar el sitio, acordado para librar y después de haberlo tocado, era cuando podía intentar darle un pelotazo a cualquiera del grupo; eso hacía que todos los participantes no sólo estuvieran mosca, sino que debían hacerse rápidos o valerse de ardides, para no recibir el toque de la pelota.
Otra variante, que teníamos, era que, al momento de disparar, para pegarle más duro al “reo”, tomábamos impulso desde antes de la marca para disparar.
¡Eso era de mucha excitación, hoy entiendo que era adrenalina, cansancio, a veces raspones y gozábamos una bola!

Miguel Alberto Zurita Sánchez ¡Al rescate! – Coro 05 / 03 / 2.020.

Juego «El Fusilao»

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