Opinión

¡Qué cosas son groserías en distintas partes del mundo!. Por Miguel Alberto Zurita Sánchez

(Advertencia: Este artículo contiene lenguaje que puede resultar ofensivo).

¡Hijo del demonio! ¡Rata de cloaca!
Estos insultos, que funcionan en español, podrían no significar nada en finés, holandés o francés de Quebec.
Y es que, si crees que lo que constituye una «palabrota» es similar en el mundo entero, no estás totalmente en lo cierto.
El lenguaje pasado de tono –las groserías, la blasfemia, las obscenidades, los improperios, las palabrotas, como quieras llamarlo- es especial.
Así como el lenguaje es la tierra en la que cultivamos nuestra vida, las groserías son como los volcanes y los géiseres que hacen erupción del manto terrestre, bajo la superficie.
Nuestras tradiciones sociales determinan, qué parte de esa superficie es frágil y delgada.
No es suficiente tener ideas fuertes acerca de algo; ese algo tiene que tener asociado un poder social de dominación y una estructura de control.
El lenguaje fuerte, con frecuencia, implica ponerle nombre a las cosas que deseas, pero que se supone no debes desear. Como mínimo, busca causar molestia en unas estructuras sociales que parecen demasiado arbitrarias.
Tendemos a creer que las groserías son una entidad, pero en realidad sirven para diferentes propósitos.
Steven Pinker, en el libro The Stuff of Thought, enumera cinco formas en las que podemos decir palabrotas: descriptivamente (como en «vamos a joder»), idiomáticamente («está jodido»), abusivamente («¡jódete!»), enfáticamente («esto es que jode bonito») o catárticamente («¡no joda!!!» o «¡joder!»).
De hecho, ninguna de estas funciones requiere de una grosería.
En bikol (un lenguaje que se habla en Filipinas) hay un vocabulario especial para la rabia: muchas palabras tienen versiones alternativas que hacen referencia a la misma cosa, pero también significa que se está molesto.
En casi todos los idiomas hay una grosería que sale casi automáticamente cuando alguien se atraviesa en la vía…
En luganda, hablado en África, se pueden hacer palabras insultantes cambiando el prefijo, que hace que el sustantivo se refiera a ciertos objetos, en vez de a personas.
En japonés, se puede insultar a alguien de muy mala manera, simplemente, utilizando una forma inapropiada del pronombre «tú».
No todo el lenguaje prohibido cuenta como grosería.
Parte de éste está formado por palabras insultantes, aun cuando no se las consideren imprecaciones –epítetos raciales, improperios basados en discapacidades y orientación sexual-, pero otra se relaciona con cosas que evitas nombrar debido a su poder.
En inglés, la palabra «oso» deriva de una palabra que se usaba para el color «marrón» y que se empleaba en lugar del verdadero nombre del animal, que nadie quería mencionar, por miedo a que se apareciera.
En el sur de África, algunas culturas tienen un discurso de «respeto» que las mujeres deben utilizar cuando se refieren a sus parientes políticos.
Por ejemplo, el nombre del suegro es tabú, así como cualquier palabra que pueda sonar parecida.
Pero eso no convierte el nombre del suegro en una grosería, que gritan como reacción instantánea cuando se dan un golpe por accidente.

La mamá de todos los insultos

Las palabras para los genitales, son el foco más común del lenguaje grosero, el tipo que se usa para las cinco funciones de Pinker.
Puedes usar la palabra para el órgano sexual femenino o masculino para insultar en China o en Rusia.
En Italia, si alguien se te atraviesa en la calle, puedes gritarle «che cazzo», que podría traducirse como «¡qué carajo!», pero la palabra para el órgano sexual femenino es generalmente la más fuerte.
Los penes son clave para el poder; las vaginas deben mantenerse bajo llave, excepto para el hombre que tenga la llave correcta.
Las culturas en las que la madre, figura con más fuerza en el lenguaje grosero incluyen las latinas (aunque menos en francés), las eslavas, balcánicas, chinas, árabes y circunvecinas. Sucede también que esas culturas tienden a tener familias extendidas, más que nucleares»
Sin embargo, las palabras francesas «con» y sus derivativos «connard» y «connasse» no son más fuertes que el español «patán».
Y en rinconada, un lenguaje que se habla en Filipinas, «buray ni nanya» (la vagina de tu mamá) se usa tan comúnmente como la expresión «tarado».
El sexo, si bien deseado, es –en la parte agresiva y rabiosa de la mente- un acto de dominación, algo que se ejerce sobre un receptor más débil.
Hay incontables equivalentes (considerados groseros) a la expresión «relaciones sexuales» en muchos lenguajes.
Evidentemente, esto está vinculado con la agresión masculina.
Las mujeres son relegadas al papel sumiso. Pero los hombres también están apegados al seno materno (¿cómo evitar a Freud en este tema?).
En consecuencia, el lenguaje más transgresor en muchas culturas implica actos sexuales con la madre de la persona (algunas veces haciendo alusión a sus órganos genitales).
Algunas de las palabrotas se extienden más ampliamente, hacia el padre (en bosnio), el abuelo o el parentesco entero: es el caso en albano (qifsha robt, «tu familia»), turco (sülaleni sikeyim, «tu familia extendida»), madarín (cào nǐ zǔzōng shíbā dài, «tus ancestros hasta la decimoctava generación»).
Las culturas latinas, se cuentan entre las que más recurren a insultar a la madre de la persona a la que se quiere ofender, como referencia en el repertorio de groserías.
La moral es un sistema de control que mantiene la dominación masculina, pero también cierto nivel de seguridad para la esposa.
Las prostitutas desafían la exclusividad de la esposa y la propiedad del hombre, lo que probablemente explica por qué los sinónimos de «prostituta» son groserías muy comunes en muchas partes del mundo, y por qué en algunos idiomas (como en luganda o ganda) muchas palabras, para referirse a los genitales, se evitan completamente (ya que las usan las prostitutas).
De hecho, las culturas que recurren más a las madres para imprecar, también insultan mucho haciendo referencia a prostitutas.
Ellas no figuran mucho en chino, pero en el mundo eslavo es una de las groserías más importantes.
El «kurwa» polaco es el equivalente del verbo «joder», de carácter multiuso en español.
También en español está «puta» e «hijo de puta», los italianos tienen «puttana» y el arsenal de palabrotas francesas incluye muchas prostitutas, burdeles… y heces.

Decir cochinadas

Entre las culturas cristianas, la línea que separa a quienes insultan mucho, aludiendo a madres y prostitutas y los que no, se parece mucho a la que divide a quienes creen que la Virgen María es coestrella de Jesús y los que piensan, que es apenas una actriz secundaria.
Nómbrale la madre a alguien en Finlandia, por ejemplo, y lo más probable es que asuma que tienes un problema personal con ella, en vez de creer que estás tratando de ofenderlo.
Sí, en Finlandia la palabra para órgano genital masculino es una de las más groseras.
Pero otras incluyen saatana (satán), perkele (demonio) y helvetti (infierno). Estas palabras también forman la raíz de lo más insultante que hay en sueco, noruego y danés.
Los misioneros les grabaron, a fuego, el miedo al demonio.
Evidencia directa similar, del control de la Iglesia, aparece un poco en inglés (hace siglos, nombrar diferentes partes del cuerpo de Cristo era lo más fuerte que podía decirse; hoy en día, usar «maldición» e «infierno» todavía es bastante cuestionable).
Puede que en francés les guste usar putains y cons para insultar, pero en Quebec, que hasta hace unas pocas décadas estaba dominado por la Iglesia católica, gran parte del lenguaje considerado más grosero, estaba formado por cosas que se pueden encontrar en una iglesia: hostie (la hostia consagrada), tabernacle (donde se almacenan), ciboire (donde se las transporta) y calice (el cáliz).
Las heces fecales son la grosería favorita, en menos sitios de lo que uno pueda imaginarse.
Aparece por aquí y por allá: en el lenguaje de Fiji y otras islas cercanas, en árabe y en albano, por mencionar algunos.
Pero en el círculo británico-francés-alemán, «mierda» (shit, merde y Scheiße) es una mala palabra gracias a los controles sociales, enfocados en la limpieza (¿deberíamos decir de retención anal?).
En Suecia, si bien puedes decir «skit» cuando estás molesto, no hay problema si lo dices delante de tu abuela.
Otros tabúes relacionados con la limpieza, figuran en otros lenguajes: los trapos que usas para limpiarte el trasero, constituyen groserías especialmente en dialecto jaimaiquino.
Algunos lugares ven con especial horror la enfermedad. Puedes usar «cólera» como un improperio catártico en polaco (si perteneces a una generación vieja) y puedes desearle a alguien que se contagie de cólera en tailandés.
Buena parte del lenguaje insultante en danés usa cáncer, cólera y tifus.
Si quieres ofender a alguien en danés, sólo añade «kanker» a la frase: «canceroso» es un insulto muy fuerte. Tener problemas de salud molesta mucho más a los daneses, que las violaciones del código moral.
Los animales también pueden usarse como base para palabrotas, pero normalmente no pertenecen a las estructuras de control social basadas en la moralidad, así que, con frecuencia, no forman parte de lo que consideramos groserías, excepto cuando son referencias veladas, como en el caso de guītóu en mandarín («cabeza de tortuga», en alusión al pene).
Del mismo modo, las deficiencias mentales también son objeto de desprecio, pero mientras que los insultos equivalentes a «idiota» son muy comunes, sólo en una cultura como la japonesa figuran entre las groserías más populares.
Las estructuras de control social cambian de país en país, pero son, después de todo, el resultado del mismo animal humano en el mismo planeta. Parte del mismo magma burbujeante.

Quiero completar el artículo del Sr James Harbeck, haciendo alusión a dos expresiones, de muchas, que en Venezuela se utilizan de forma cotidiana, las cuales, debido a su frecuente uso, pasaron de ser unas expresiones “vulgares”- para unos y groserías, para otros – a modismos, si se quiere.

¡Queeee mollejaaaa! ¡A la vergaaaa!

Estas expresiones son típicas de la región Zuliana; maracuchaos, cabimenses, toenses, bobureñaos, etc. Es parte de un conjunto de expresiones utilizadas; Que molleja, la tan escuchada expresión que identifica el dialecto y gentilicio Zuliano, básicamente es una expresión que denota asombro, pero con el tiempo y uso, el vocablo “molleja” se transformó en un auténtico comodín que sustituye otras palabras, tomando diferentes acepciones (en el léxico popular) y transformándose en neutra. Así tenemos que esta actúa como artículo, adjetivo, verbo, etc. dependiendo lo que señale, indique o califique v.gr. Se dice que es mollejúo, algo grande, un pleito, disputa o enfrentamiento es un mollejero, esmollejao, es algo que se mueve a alta velocidad, etc.
El vocablo Molleja, fue traído por los españoles, para quienes era la parte blanda de la cabeza de los niños, la misma que llamamos los venezolanos, mollera y, probablemente, su uso se generalizó, desde el término también español mollejo, cuyo significado es

1, adj. Que es blando al tacto. Muelle.

2. s. m. Trozo de una cosa blanda.


Si revisamos la expresión molleja, traída por los españoles, no es otra cosa, que la o las fontanela(s), cuyo significado es:
Las fontanelas (del latín fontanella, «ventana pequeña»), también denominadas puntos blandos, son las separaciones que, durante aproximadamente 12 a 18 meses, se observan, como parte del desarrollo normal, entre los huesos del cráneo de un bebé, en el sitio donde, en la edad adulta, se formarán las suturas. Después de ese lapso suelen fusionarse, y así permanecerán durante toda la vida adulta de un ser humano.
Curiosamente, estos vocablos guardan cierta similitud en su significado, porque Molleja y Mollejo, se refieren a algo blando o suave, bien sea como adjetivo o como sustantivo, lo que por comparación o asociación llevó a que mollejo se transformase en molleja y, ya en Venezuela, terminase por ser mollera.

Fontanela


Por su parte la expresión ¡A la verga! De modo parecido a ¡Que molleja! se usa para resaltar una acción, cosa o incluso para mostrar asombro. Tiene tantas relaciones, que su utilización permite una inmensidad de ejemplos.
Se usa para expresar o definir algo que desborda las emociones, pues llena el vació que otras palabras no expresarían, dado lo impactante, jocoso, divertido y hasta “prohibido, para algunos”, tal y como es su significado y uso en Venezuela.

He aquí algunos ejemplos
¡Vete a la verga! Por decir: Esfúmate, Lárgate, Piérdete, etc.,
¿Cómo es la verga? Por decir: ¿Cómo dices?, ¿Cómo es la cosa?,
¡Aay veeergaaa! Por decir: ¡Cuidado! ¡Quédate cuitao! o también se usa como burla a los homosexuales,
¡De verga! Por decir: Por poco, casi,
¡Con la verga! Por decir: Nunca,
Es importante dejar claro, que la palabra verga, no es mala palabra. Etimológicamente proviene del latín. Vigra, que significa rama o vara.

  1. s. f. Miembro genital de los mamíferos.

2. Arco de acero de la ballesta.

3. Vara o palo delgado.

4. CONSTRUCCIÓN: Varilla de plomo o cinc con ranuras en los cantos que sirve para unir entre sí los cristales de una ventana o vidriera.

5. NÁUTICA: Percha giratoria que se coloca en la parte de proa de un palo o mástil y sirve para sujetar el grátil de unavela.

6. verga seca NÁUTICA La mayor del palo mesana que no lleva vela.

7. verga toledana NÁUTICA, METROLOGÍA Medida de longitud antigua equivalente a dos codos.

8. vergas en alto loc. adv. NÁUTICA Forma de indicar que la nave está a punto de zarpar.
Posiblemente alguien, con un poco de imaginación, relacionó la forma alargada del mástil (asta, palo) de un barco, con su pene, y de ahí surgiera el vínculo, en tono vulgar.
Haciendo un poco de elucubraciones, estas me permiten, con libertad, decir o deducir, que la expresión ¡Que molleja! pudo haber sido, una exclamación salida de la boca de una parroquiana o parroquiano, de alguna parte del Zulia, quien al ver a una niña o niño de cabeza muy pronunciada o grande, para su tamaño y edad; sin saber si padecía o no, de una enfermedad conocida como hidrocefalia – esto es «agua en el cerebro», ya que hace referencia a la acumulación de líquido cerebroespinal (LCR) que rodea el cerebro y la médula espinal, haciendo el tamaño de la cabeza, más grande de lo normal o por lo menos la mollera más abultada – dijo con asombro ¡Queeeeeee mo – llejaaaaa ´e cabeza chiiico!.

Hidrocefalia


Elucubrando, de igual manera, puedo decir o deducir, con la misma libertad, que la expresión ¡A la vergaaaa!, pudo haber sido la exclamación de una parroquiana o parroquiano de alguna parte del Zulia, región Venezolana, en la cual los burros, eran y aun lo son, utilizados como las unidades motrices para el transporte de carretas de carga, quien (cum penis est erectis cum asinus) al ver un burro con el pene erecto y asombrarse con las dimensiones y proporciones, del miembro genital, expresó con admiración y asombro, al mismo tiempo ¡A – la – veeergaaaa, primo!

Ovoexpresiones

Existe un expresión, tan trillada y desgastada, que afortunadamente, está prácticamente en desuso, la cual reza “No hay malas palabras, sino mal interpretadas”, quizá en su momento histórico dio el resultado, digo afortunadamente, porque estamos en frente a otras realidades y pérdida de los valores más elementales, que pueden consagrar la convivencia y hasta la preservación de la especie humana, reactivar la puesta en práctica de esta expresión, sería como agregar combustible al fuego de la ignorancia, que flamea en las alturas de las sociedades actuales, con todo y sus bajos instintos y pasiones, pues si hay malas palabras.

Me despido con una frase de una de las figuras literarias más importantes de Inglaterra: poeta, ensayista, biógrafo, lexicógrafo, es considerado por muchos como el mejor crítico literario en idioma inglés. Además era poseedor de un gran talento y de una prosa con un estilo inigualable, me refiero a Samuel Johnson, por lo general conocido simplemente como el Dr. Johnson.

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Miguel Alberto Zurita Sánchez. ¡No Más MGF´S! Coro 02 / 09 / 2.020.

(Video no apto para menores y personas sensibles al habla vulgar)

Canción Grosera

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