Opinión

¡Un tema tan novedoso, pero tan novedoso, que tiene muuuucho tiempo!. Por Miguel Alberto Zurita Sánchez

Una mujer, muy sabia, despertó una mañana, se miró al espejo y notó que solamente tenía tres cabellos en su cabeza.
«Hmmm»- Pensó. «Creo que hoy me voy a hacer una trenza».
Así lo hizo y pasó un día maravilloso.
El siguiente día se despertó, se miró al espejo y vio que tenía solamente dos cabellos en su cabeza.
«Hmmm»- Dijo. «Creo que hoy me peinaré con la raya en medio».
Así lo hizo y pasó un día grandioso.
El siguiente día cuando despertó, se miró al espejo y notó que solamente le quedaba un cabello en su cabeza.
«Bueno»- Dijo ella, «ahora me voy a hacer una cola de caballo».
Así lo hizo y tuvo un día muy, muy divertido.
A la mañana siguiente cuando despertó, corrió al espejo y enseguida notó que no lo quedaba un solo cabello en la cabeza.
«¡Qué bien! – Exclamó. «¡Hoy no voy a tener que peinarme!».

Tu ne cede malis, sed contra audentior ito
La frase Tu ne cede malis, sed contra audentior ito, es una locución latina que proviene de la Eneida (Siglo I a. C.) del escritor romano Virgilio (Libro VI, línea 95) y que traducida literalmente dice «No cedas ante el mal, sino que enfréntalo con más audacia». El significado de «cedas» equivale a rendirse y la palabra «mal» en su contexto original se refiere a la adversidad (y puede ser traducido también como desgracia o calamidad), así que una traducción más acorde a la intención del mensaje quedaría como «No te rindas ante la adversidad, sino que enfréntala con más audacia», por lo que se trata de una frase sobre la resiliencia y la valentía.
La frase de la obra virgiliana ganó pronto relevancia como frase de inspiración heroica entre los eruditos del mundo clásico, como puede constatarse al ser tomada por el filósofo del estoicismo y político romano Séneca en sus Cartas morales a Lucilio (Carta 82, líneas 18-19).

Un cuento y una frase, así he querido iniciar este artículo, con la finalidad de mostrar, que el tema a tratar, ha sido un asunto que, está presente en nuestra cotidianidad y, al mismo tiempo, es de muy vieja data.
Sin embargo, es un tema que en este siglo, ha tenido gran significación y despertado mayor interés, entre los estudiosos de la psicología, psiquiatría y profesionales de la Salud mental, el tema en cuestión es “La resiliencia”.

La resiliencia es la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a las situaciones adversas. Sin embargo, el concepto ha experimentado cambios importantes desde la década de los 60. En un principio se interpretó como una condición innata luego se enfocó en los factores no solo individuales, sino también familiares y comunitarios y actualmente en los culturales. Los investigadores del siglo XXI entienden la resiliencia como un proceso comunitario y cultural, que responde a tres modelos que la explican: un modelo «compensatorio», otro «de protección» y por último uno «de desafío». Asimismo, la resiliencia es la capacidad de tener éxito de modo aceptable para la sociedad a pesar de un estrés o de una adversidad que implica normalmente un grave riesgo de resultados negativos. También se define como un proceso de competitividad donde la persona debe adaptarse positivamente a las situaciones adversas.

Aprovechar de todo


Etimología


Resiliencia viene del término latín resilio, «volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar». El término se adaptó al uso en psicología y otras ciencias sociales, para referirse a las personas que, a pesar de sufrir situaciones estresantes, no son afectadas psicológicamente por ellas.
En ingeniería, se llama resiliencia de un material, a la energía de deformación (por unidad de volumen) que puede ser recuperada de un cuerpo deformado, cuando cesa el esfuerzo que causa la deformación. La resiliencia es igual al trabajo externo realizado para deformar un material hasta su límite elástico o límite de elasticidad.La palabra proviene del latín saliere, que se traduce como “saltar hacia atrás, rebotar, ser repelido o surgir”, antecedido por el prefijo “re”, que indica repetición o reanudación.

El origen del concepto de resiliencia en psicología
El término resiliencia se ha utilizado de formas diversas. Entre los psicólogos, Emmy Werner, en 1995 se refiere a tres usos generales del término resiliencia: buen desarrollo a pesar de alto riesgo social; mantenimiento de las competencias pese al estrés continuo; y recuperación después del trauma.
Emily Hunter, en 1999, conceptualiza la resiliencia como un continuo entre dos polos: «resiliencia menos que óptima» y «resiliencia óptima». En el caso de los adolescentes sometidos a riesgo psicosocial, que responden en forma «menos que óptima», este tipo de respuesta incluye «tácticas violentas de supervivencia, comportamientos de alto riesgo y abandono social y emocional», y que el pronóstico más probable, es que sean adultos mal adaptados.
Michael Rutter, entre 1999 y 2000, define resiliencia como la resistencia relativa al riesgo psicosocial, sin necesariamente esperar un resultado positivo, sino más bien enfocado en la forma o proceso en que la persona enfrenta el riesgo. Rutter desarrolló sus estudios a partir de tres áreas de investigación: el estudio de poblaciones de alto riesgo, como la de los hijos de padres con enfermedades mentales; los estudios sobre temperamento, realizados en la década de los 60 y el estudio de las diferencias a nivel individual, para enfrentar las distintas situaciones de vida.
Suniya Luthar, entre el 2000 y el 2006, define resiliencia como una adaptación positiva pese a la adversidad, enfatizando los dos elementos que la constituyen: la adversidad significativa y la adaptación positiva, lo cual lleva a la conclusión de que, la resiliencia, sólo se mide indirectamente a través de estos elementos. Esta idea es compartida por varios investigadores.
El primer autor que empleó este término fue John Bowlby, el creador de la teoría del apego, pero fue Boris Cyrulnik, psiquiatra, neurólogo, psicoanalista y etólogo, el que dio a conocer el concepto de resiliencia en el campo de la psicología en su bestseller “Los patitos feos”.
Cyrulnik divulgó este concepto, que extrajo de los escritos de John Bowlby. Es un término que se toma de la resistencia de los materiales, que se doblan sin romperse para recuperar la situación o forma original. Por ejemplo, un arco que se dobla para lanzar una flecha o los juncos o cocoteros, bajo la fuerza del viento. Cuando un sujeto o grupo es capaz de hacerlo, se dice que tiene una resiliencia adecuada y puede sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecido por estos. Actualmente, la resiliencia se aborda desde la psicología positiva, la cual se centra en las capacidades, valores y atributos positivos de los seres humanos, y no en sus debilidades y patologías, como lo hace la psicología tradicional. El concepto de resiliencia se corresponde aproximadamente con el término «entereza». Es superar algo y salir fortalecido y mejor que antes.
Para el Instituto Español de Resiliencia, es la capacidad de afrontar la adversidad. Desde la Neurociencia se considera que las personas, más resilientes, tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar retos.
Esa capacidad de resistencia se prueba en situaciones de estrés, como por ejemplo, el debido a la pérdida inesperada de un ser querido, al maltrato o abuso psíquico o físico, a prolongadas enfermedades temporales, al abandono afectivo, al fracaso, a las catástrofes naturales y a las pobrezas extremas.
Podría decirse, que la resiliencia es la entereza más allá de la resistencia. Es la capacidad de sobreponerse a un estímulo adverso.
Por lo tanto, también se podría decir, que la resiliencia es «un proceso dinámico que tiene como resultado la adaptación positiva en un contexto de gran adversidad», por consiguiente aprovechemos de revisar los términos que integran este concepto:
Proceso dinámico: hace referencia a la interacción dinámica entre múltiples factores de riesgo y factores resilientes, los cuales pueden ser familiares, bioquímicos, fisiológicos, cognitivos, afectivos, biográficos, socioeconómicos, sociales y/o culturales.
Adaptación positiva: hace referencia a que el individuo llega alcanzar expectativas sociales asociadas a una etapa de desarrollo y, cuando en esta etapa, no ha tenido signos de desajustes.
Adversidad: hace referencia a que el individuo logre una adaptación positiva a pesar de estar o haber pasado por una situación de adversidad (vivir en la pobreza).

Entonces, gracias a la experiencia y aprendizaje de las personas, se ha podido ver y experimentar el cambio de la palabra resiliencia a procesos resilientes. Esto es debido a que, como vimos, no es considerada como capacidad, sino como proceso que engloba multitud de factores. Cuando una persona está pasando por una situación extrema o delicada, influyen; familia, entorno, situación económica, amistades y, por supuesto, la misma persona, ya no hablamos de la capacidad de una persona, sino de una conjunción de sucesos, donde intervienen varias personas y elementos, para conseguir salir reforzado de esa situación y, por lo tanto, aprender de ello; entonces esa persona ha llevado a cabo un proceso resiliente.

Proceso resiliente

¿Qué caracteriza a una persona resiliente?


Enumeraré 12 características de las personas que practican la resiliencia, por favor, presta mucha atención y lee con detenimiento, cada una de ellas:

  1. Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones.
    El autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los retos, y las personas resilientes saben usarla a su favor. Estas personas saben cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas, que no solo tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que disponen para conseguirlas.
  2. Son creativas.
    La persona con una alta capacidad de resiliencia, no se limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que ya nunca a volverá a ser el mismo. El resiliente hará un mosaico con los trozos rotos, y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil. De lo vil, saca lo precioso.
  3. Confían en sus capacidades.
    Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son capaces de hacer. Si algo les caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante, también reconocen la importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es necesario pedir ayuda.
  4. Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender.
    A lo largo de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas con un alto nivel de resiliencia, son capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una adversidad se preguntan: ¿Qué puedo aprender de esto?.
  5. Practican el mindfulness o conciencia plena.
    Aún sin ser conscientes de esta práctica milenaria, las personas resilientes tienen el hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y tienen una gran capacidad de aceptación. Para estas personas el pasado forma parte del ayer y no es una fuente de culpabilidad y zozobra, mientras que el futuro no les aturde con su cuota de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho. Disfrutan de los pequeños detalles y no pierden su capacidad para asombrarse ante la vida.
  6. Ven la vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma optimista.
    Las personas resilientes son muy objetivas, saben cuáles son sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero eso no implica que no sean optimistas. Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de los retos. Estas personas desarrollan un optimismo realista, también llamado optimalismo, y están convencidas de, que por muy oscura que se presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor.
  7. Se rodean de personas que tienen una actitud positiva.
    Las personas que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades, por lo que generalmente se rodean de personas que mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que se comportan como vampiros emocionales. De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo, que les puede sostener en los momentos más difíciles.
  8. No intentan controlar las situaciones, sino sus emociones.
    Una de las principales fuentes de tensiones y estrés, es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de entre las manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin embargo, las personas, con capacidad de resiliencia, saben que es imposible controlar todas las situaciones, por lo tanto aprendiendo a lidiar con la incertidumbre, se sienten cómodos aunque no tengan el control. Se centran en cambiar sus emociones, cuando no pueden cambiar la realidad.
  9. Son flexibles ante los cambios.
    A pesar de que las personas resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué quieren lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una única solución.
  10. Son tenaces en sus propósitos.
    El hecho de que los resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha. La diferencia estriba, en que no luchan contra molinos de viento, sino que aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen una motivación intrínseca, que les ayuda a mantenerse firmes y a luchar por lo que se proponen.
  11. Afrontan la adversidad con humor.
    Una de las características esenciales de las personas resilientes es su sentido del humor, son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.
  12. Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social.
    Cuando las personas resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático, su primer objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo necesitan.
Características de los resilientes

Practicando la resiliencia, ¿Cómo podemos desarrollar la resiliencia emocional?


La resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes, aunque sí puede haber una tendencia genética que nos puede predisponer a tener un “buen carácter”. La resiliencia es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de la vida.

Hay personas que son resilientes, porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un modelo de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por sí solas. Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre y cuando cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias.
De hecho, las personas resilientes no nacen, se hacen, lo cual significa que han tenido que luchar contra situaciones adversas o que han probado varias veces el sabor del fracaso y no se han dado por vencidas. Al encontrarse al borde del abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades necesarias, para enfrentarse a los diferentes retos de la vida.

Por favor, lee con atención, el siguiente cuento.


La fábula del helecho y el bambú


Un día decidí darme por vencido… renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi vida. Fui al bosque para hablar con un anciano, que decían era muy sabio.

¿Podría darme una buena razón para no darme por vencido? Le pregunté.

Mira a tu alrededor, me respondió, ¿ves el helecho y el bambú?

Sí, respondí.

Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo no renuncié al bambú.

En el segundo año el helecho creció más brillante y abundante y nuevamente, nada creció de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.

En el tercer año, aún nada brotó de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.

En el cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.

-En el quinto año, un pequeño brote de bambú se asomó en la tierra. En comparación con el helecho, era aparentemente muy pequeño e insignificante.

-El sexto año, el bambú creció más de 20 metros de altura. Se había pasado cinco años echando raíces que lo sostuvieran. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir.

-¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces? Le dijo el anciano y continuó…

-El bambú tiene un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos son necesarios y hacen del bosque un lugar hermoso.

-Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida, le dijo el anciano y continuó…

La felicidad te mantiene dulce. Los intentos te mantienen fuerte. Las penas te mantienen humano. Las caídas te mantienen humilde. El éxito te mantiene brillante…

Si no consigues lo que anhelas, no desesperes… quizá sólo estés echando raíces…

Sabia pregunta

Algunas recomendaciones para lograr desarrollar la resiliencia emocional.


No pretendo extender una receta, ni hacer una guía, mediante la cual el lector haga una especie de check list y, una vez leído y realizado, ya se transforme en una persona emocionalmente resiliente, sólo es una serie de recomendaciones, como su nombre lo indica, es decir que está de por medio la libertad de optar por ella, así como aceptar otras. Recuerda, además por favor, que los problemas no existen, son sólo existencia de situaciones, por lo que, los problemas son cosa nuestra.

Establece relaciones enriquecedoras con tu entorno.
Las personas resilientes poseen un entramado afectivo y social pleno. Son conscientes de que a veces no sólo es necesario pedir ayuda, sino que resulta positivo para las dos partes. Se crean y fortalecen los vínculos afectivos. Busca personas positivas en tu vida y aléjate de los vampiros emocionales.

No te tomes ninguna crisis como insuperable.
La palabra crisis en japonés está formada por los caracteres Peligro + Oportunidad. Así que aprovecha esta oportunidad para salir fortalecido de las dificultades.
Mentalízate de que cualquier problema en esta vida es temporal, menos la muerte. De esta manera las personas resilientes capean la tormenta lo mejor que pueden mientras dure.
La clave está en asumir esta crisis como una oportunidad para generar el cambio, para aprender y para crecer.

Acepta que el cambio es parte de la vida.
Inevitablemente, todo cambia y transmuta, tanto para bien como para mal. Aceptar los eventos que no puedes modificar por el momento te ayudará a centrarte en las cosas que sí puedes hacer. Cuando un jarrón se rompe, no intentes pegarlo, ya que nunca será el mismo. Una persona resiliente hará un mosaico con los trozos rotos de ese jarrón. Busca la belleza en las dificultades.

Muévete hacia tus metas.
Las personas resilientes, saben canalizar las adversidades para dirigirlas hacia sus objetivos. Aprender a salir de tu zona de confort, Ser tenaz y perseverante en tus metas no es sinónimo de ser idiota. En vez de ser como el salmón que nada en contra de la corriente, aprovecha esa corriente para fluir con ella.
La intención es tan necesaria como la disposición.

Toma decisiones sin miedo. Y si lo tienes, aún con él decide igual.
La postergación es el peor enemigo de la resiliencia. El posponer decisiones o actos no soluciona nunca el problema, generalmente alargarlo en el tiempo sólo lo empeora. Toma decisiones y hazte responsable de ellas.

Aprende a verte a ti mismo desde un prisma positivo.
Esfuérzate por comprenderte y se consciente de tus fortalezas. (Pero también de tus debilidades) Las personas resilientes saben utilizar sus fortalezas a su favor. La autoconfianza en tus capacidades te permitirá utilizar tus recursos emocionales de la manera más eficaz y promoverá una actitud resiliente ante los problemas. Puede que te interesen estos trucos de psicología positiva.

Descúbrete a ti mismo.
Trabaja en ti. Cualquier adversidad es una oportunidad idónea para profundizar en ti mismo y valorar el daño que te ha producido y lo que has aprendido de la experiencia. Habitualmente tras un duro golpe emocional las personas suelen buscar su lado más espiritual. Si esto te ocurre, escúchate y déjate llevar.

Desarrolla tu perspectiva.
Te permitirá ver las situaciones adversas desde un marco más amplio, de manera que no te sumerjas en ellas irremediablemente. Se consciente de cuál es el problema, delimítalo, y no permitas que afecte a otras facetas bonitas de tu vida.

Cuídate y respétate.
Escúchate y dale, a tus sueños y deseos, la importancia que se merecen. Se consciente de tus necesidades y sobretodo prioriza el descansar. La vida no es sólo trabajo. Cuida también tu procesamiento cognitivo con juegos mentales, para evaluar y preparar el cerebro.

Nunca pierdas la esperanza.
La última y la que aúna todas los demás. Nunca pierdas la esperanza, y cuando flaqueen tus fuerzas recuerda la fábula que te he contado sobre el helecho y el bambú.

Recuerda siempre que, si no consigues lo que anhelas, no desesperes… quizá sólo estés echando raíces…

Recomendaciones

Fuentes de apoyo: https://es.wikipedia.org
https://www.elpradopsicologos.es/blog/resiliencia-resilientes/
http://www.minigranada.com


Para cerrar, una clave para mí.
Es necesario lograr la consecución de nuestra salud y el equilibrio emocional, al tomar control de éstos, comenzamos a desarrollar una óptica más inteligente y así podemos captar el aprendizaje oculto, existente en cada adversidad, que forme parte de nuestra diaria existencia.

Frases para reflexionar

“Debemos aceptar la decepción finita, pero nunca debemos perder la esperanza infinita”. Martin Luther King
“El propósito de nuestra existencia es aprender a ser felices, a sentirnos en paz y a amar a los demás”. Gerardo Schmedling
“Si un problema tiene solución, ¿para qué perturbarse? Y si no la tiene, ¿para qué perturbarse?”. Proverbio chino
“La vida nos manda regalos envueltos en problemas.” Juan Carlos de Pedro
“El éxito es aprender a ir, de fracaso en fracaso sin desesperarse”. Winston Churchill

Me despido, con una frase de una mujer, ejemplo de resiliencia, de origen paquistaní conocida por ser una gran defensora de los derechos de los niños y por una educación igualitaria entre hombres y mujeres. Tiene en su haber el premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2013, el Premio Convivencia Manuel Broseta 2014 y el premio Nobel de la Paz 2014, entre muchos otros. Me refiero a Malala Yousafzai.

Miguel Alberto Zurita Sánchez. Coro 15 / 01 / 2.020.

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